our names are written in the sand. ► Randy J.

"El número que usted marcó no está disponible..." La séptima llamada ya estaba hecha y no pretendía marcar ni una vez más. No comprendía porque Luke Jenkins jamás contestaba el teléfono, tal vez tenía un nuevo número o estaba ocupado con alguna situación del trabajo. Prefería pensar que había olvidado el móvil en algún sitio del mundo qué el hecho de que no quisiera responderme. Era Sábado por la tarde y habíamos quedado de comer, Había dicho que fuera a su casa -aunque se empeñaba en decir que ésa casa era mía, la realidad es que yo no lo sentía así- pero si no obtenía respuesta de él, no pretendía llegar y encontrarme con un papá confundido porque no recordaba que había invitado a su hija a comer, como ya había pasado anteriormente. En momentos como ese, echaba de menos a mamá. Y como si hubiese estado escuchado mi teléfono comenzó a sonar, una llamada de la oficina de papá. Me fue imposible no sonreír.
Era Alex, la asistente del gran Luke Jenkins... ¿Qué le impendía llamarme él?, Era tan sencillo como decir: "Annie, lo siento. No podremos comer hoy. ¿Lo dejamos para otro día?" Sin lugar a dudas, me hubiese hecho sentir mejor.

Con los auriculares ya en los oídos, dí clic en "reproducir" para que Phil Collins hiciera su magia. Su música era la mejor terapia. Salí de la universidad, no quería comer en aquel lugar, aunque la comida es riquísima necesitaba estar en otro sitio.
La zona de restaurantes de la cuidad era inmensa, habían lugares para cumplir cualquier antojo. Comida italiana, mexicana, oriental y de cualquier otro lugar que te pasara por la cabeza. McDonalds era uno de los que siempre estaban llenos y más en un día como ese. Giré en la primera puerta de vi y entré, para mi buena suerte estaba bastante tranquilo. Me acerqué al mostrador para ver el menú que estaba sobre él y terminé decidiendo que comprar a los minutos - Papas a la francesa, hamburguesa, limonada, unos tacos y un par de  galletas sabor chocolate, por favor.- y la rubia de ojos azules que me atendió desapareció casi inmediatamente, para regresar un rato después con mi pedido en mano. Pagué y salí rumbo a la playa.

Estaba bastante solitaria y tranquila, exactamente lo que necesitaba. Por eso me gustaba ir justo a ese sitio, un extremo menos popular y solicitado. Me senté sobre la manta que había dejado descansar sobre la arena. No había nada mejor que almorzar a la orilla del mar.